En el terreno inmobiliario, España ha sido y es, un país de propietarios. Tradicionalmente, el ciudadano prefiere ser propietario que inquilino. Sin embargo, uno de los efectos colaterales de la crisis, ha sido el impulso del mercado del alquiler: ya sea por personas que han optado por alquilar, como por propietarios que han decidido alquilar sus inmuebles.

Para los propietarios de pisos vacíos ahora, con el mercado del alquiler en alza, es un momento óptimo para rentabilizar su patrimonio. Pero en el momento de poner un inmueble en alquiler, surgen dudas y miedos, sobre todo, si es la primera vez.

1. El impago del alquiler

Es lógico, y totalmente comprensible, que el principal miedo de un propietario sea que el inquilino deje de pagar la renta mensual. Porque, al contrario de lo que muchas personas piensan, la mayoría de los propietarios no son inversores, son familias que cuentan con esta entrada de dinero para pagar la hipoteca, por ejemplo, o para complementar el sueldo y llegar a fin de mes. Además, el trámite legal para denunciar a un moroso y conseguir o bien que pague, o bien que abandone la vivienda, no es fácil ni rápido. Este riesgo hay que reducirlo al máximo, escogiendo muy bien al arrendatario, mediante la contratación de un seguro de impago y, sobre todo, formalizando el alquiler a través de un contrato legal, por más conocida que sea la persona.

2. Los desperfectos al inmueble.

Esta es otra de las grandes preocupaciones de un arrendador. Y por eso, muchos optan por alquilar la vivienda sin muebles, aunque esto tampoco es garantía de que no haya desperfectos. Para prevenir y evitar conflictos con el inquilino, conviene hacer un buen inventario de todo lo que hay en la vivienda, preferiblemente con fotografías. No está de más que el propietario contrate un seguro del continente y recordar que, según la ley, el arrendatario tiene que asumir el coste de las averías o desperfectos fruto del uso diario o de un mal uso, y por lo tanto, recomendarle que contrate una póliza para el contenido.

3. Subarrendamiento a terceros sin su consentimiento.

Hay inquilinos que aprovechan para subarrendar habitaciones o incluso la vivienda entera a terceros sin el consentimiento del propietario, con el objetivo de lucrarse. Aunque la ley protege al propietario, puede convertirse en un problema y una fuente de conflictos con los mismos inquilinos y con la comunidad de propietarios. Para evitar estas situaciones es muy importante una buena selección del inquilino, pidiendo las referencias pertinentes, así como mantener un seguimiento exhaustivo del alquiler en caso de sospechas.

4. El uso de la vivienda como un negocio

En la línea del ejemplo anterior, también puede suceder que una persona alquile la vivienda como vivienda y después, lo utilice como local comercial o negocio. Esto supone un uso fraudulento del inmueble en el ámbito contractual y por lo tanto un problema tanto para el propietario, como para la comunidad de vecinos.

5. El número de personas que ocupará la vivienda

Cuando se alquila un inmueble, el propietario tiene que saber cuántas personas vivirán en él: si es una familia, una pareja, un piso compartido entre amigos, etc. Pero puede suceder que firme el contrato un único inquilino y después, convivan más personas de las permitidas. Aproximadamente un 10% de los alquileres en nuestro país no respetan el número máximo de ocupantes por hogar alquilado, existen viviendas alquiladas en las que el contrato se firma con un único inquilino y en las que llegan a vivir más personas de la capacidad máxima admitida.

Estas situaciones generan malestar en la comunidad de vecinos, que acaban repercutiendo en el propietario, aunque la ley protege a este último pudiendo rescindir el contrato.